domingo, 12 de septiembre de 2010

Una noche.
Tú encima.
Pesan las miradas,
ahora, más
que la oscuridad
al ciego.
Dos noches
y sigues encima.
Sonrío.
Sabes que tirito
de nervios
y callas mientras
me congelo.
Y ya van tres.
Convierto mi pensamiento
en diálogo.
Nada más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario