sábado, 30 de octubre de 2010

Amarillo

Los reencuentros.
El jazz.
Los tragos directos
de la botella.
Sin translúcidos intermediarios.
Los periódicos que lees.
Nunca el blues.
Ya lo sabes.
Jaune.
Las sirenas de las ambulancias.
La eme del McDondald's
que debiera ser azul.
Los niños rubios.
Buzones receptivos
pacientes
abiertos a reinterpretaciones.
Yellow.
Los dulces labios de Coltrane.
Las melodías en re.
La edad de oro.
Жёлтый.
Tú número entre tantos.
Las farolas en los suburbios.
Mi nombre escrito en la nieve.
Gelb.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Jean Pierre

Hola amigo,
hoy te veo
como dijo Marguerite
que Adriano veía
a los antiguos dioses.

Hola desconocido,
hoy hablo contigo
y no te miro
gran cosa.
Aprendo a ser
egoísta contigo.
Te cuento mis
cosas, como a
un terapeuta
o como a un
confesor.
Cosas como
estoy solo
o
me gustan estos
pantalones
o
Trane.
Y es más fácil
así porque
confío
un poco
en que no
te quedes
mucho tiempo
en mi vida.
Asómate sólo.
No quiero más
desconocidos.
O los quiero todos.
Se me acabó el papel.

domingo, 17 de octubre de 2010

Sweet or Bit

Enturbiando hoy mi café con Brahms, recordé que las mujeres poseen a veces esa tierna gentileza que solo es atribuible a la muerte.


Me pasó como aquel día en que durante el paseo vespertino hallamos una encrucijada demasiado simbólica, y te dije sin creer, que en el amor y en el arte la ternura es la fuerza, y te sonreíste, porque no te gustaban las citas, ni a mí citar.

Pero, en fin, había que decorar de algún modo el precioso descubrimiento, y decidí que si el otoño y la encrucijada no se explicaban a sí mismos, debía yo darles un sentido y embellecerlos con ese russian red tan boyardo y burdelesco.


Luego, ya en casa, nos quitábamos de encima los restos del aire limpio, nos viciábamos de nuevo, nos besábamos, nos bebíamos y nos perdonábamos que el día hubiese sido tan poco romántico y que hubiese tan poca sordidez en los arrebatos descritos por los viandantes pensionistas como innaturales y pecaminosos.

Hay veces que te quise asentimental, como un  fama despreocupado por mis conversaciones, y obviando las simplicidades que me maravillaban. Finalmente supuse que aquellos misterios te resultaban insípidos y que mis pormenores eran como las explicaciones del uso del color.

Me resultó curioso que te irritara mi forma de distraído que garabatea mientras se concentra al teléfono, o mis sentidas explicaciones sobre la forma o la dignidad del arte, como si el amor y el arte, las chispas de una vida muy pobre para viajar física y socialmente, fuesen el origen de las cosas que no te molestabas en comprender.

Me divertía que bailaras mientras ibas de copa en copa, con el traje cada vez más arrugado y la sonrisa cada vez más indecente. Había cierto arte, o cierta inclinación a su nacimiento, en la forma en que te desnudabas intentando que no se cayera ni un sorbo y había algo de equilibrio entre tu desnudez y mis ganas de vivirte. Siempre lo hubo, una furiosa regla de tres en la que la equis se hallaba ya despejada pero cuyo resultado aún no se mostraba evidente.

Comprendí ya, pero tarde y con otros cafés aparte, que no jugábamos las mismas matemáticas, que las encrucijadas y las citas, como las indecorosas y lascivas miradas, los golpes del ingenio alcoholizado y creador, sólo se explicaban por sí y en sí mismos, y no requerían adornos de bermellón putil para ser deseables, que cada minuto que se escapaba al pasado tras una copa, o un beso, o una estúpida conversación sobre el lirismo de Bill Evans, se convertía inexorablemente en recuerdo, y después, en sueño.

martes, 12 de octubre de 2010

Undreamed lullaby

He aquí la imagen.
Veo
la
yema de un dedo,
ahogándose en la cerveza.

Perseguido
por la coherencia del estúpido

vivo
la vida en un día.

Sobran los demás idiomas, señales, fechas

La cerveza no ahoga.

Y el restaurante del que no te acuerdas
y este desinterés de náusea
y facilidad
y falta del entendimiento.

Esta esquina que se ve tras la puerta.
Es una de bronce,
como el alma, como todo.
Es el angustioso hambre de cinturones
y de manos sangrantes.

¡Pero no te asustes!
mon semblable, mon frère
Todo tiene sentido.

La unidad del sentimiento.
Los colgantes que no llevo.
La sencilla melodía del final.

Nada entendiste.
Nada queda ya por decir.

lunes, 11 de octubre de 2010

Happiness Holocaust

En la noche
de los
cuchillos largos

Mueren los amantes.

Se reconocen los símbolos,
en los escaparates.

Feliz. Aquí hay uno.

Nos sancionamos
que éste también
ha de morir.

No tratéis de esconderos.

Lo veo todo y
huelo la náusea
en vuestros
latidos.

Sucios.
Indignos de latir.

Llega el invierno.
Y aunque el frío
os recoja
en las casas,
no pienso dejar
que escapéis.

Os sacrificaré al dios
más cruel.

Sí.
Hoy me siento déspota
y tirano.

Hoy regaría con vuestra sangre
todos los campos del mundo.

Hoy,
me sentiría eufórico,
airado,
superior
e
invencible
si os convirtiese en máquinas
involuntarias de mi deseo.

Ejecutaría hoy a cada ser feliz de este mundo.

Con suma y precisa coherencia.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Hachecetamol


 
Poco hinocente.

Nahif

Algo.


Pelín halcoholizado.

Románthico. Casi himbécil
Haromatizado.

Hextraño, pero natural.
Hegocomprometido.

Hadrianus.

Con cierto sentido hexperimental
pero
apenas hexperimentado.

No el suficiente.
Defectuosamente hilhusihonado

y

Amante de lo hinanhimado.

Hoye! - a veces llamado.

Nos. Con afán imperialista.

Cobarde.
Horgullo de insomne.

A fuerza solitario.

Hiperhactivo.

Hamhador más que hamado.

Mucho más.
Penosamente más.

Cuidadosamente despechado.

Mal poheta accidentado.
Melómhano hempedernido.

Fácilmente decepcionado.
Hinambicioso.

Pateador de cementerios.

Hego sum qui sum.
 


"(...)Parece claro que las haches se emplean sobre todo en el caso de las grandes palabras, para limpiarlas de la costra retórica que las ha ido cubriendo durante años (...) Sirven, pues, de vacuna irónica contra la hinchazón. Muchas veces se aplican a uno mismo, para burlarse cuando se nos escapan palabras demasiado "sublimes". Suponen, en fin, un guiño de ojos amistoso al lector para que sepa que, en el fondo, "no es para tanto", y que debe tomarse esa frase un poco a broma - es decir, en serio."
- A. Amorós, Introducción a "Rayuela"

lunes, 4 de octubre de 2010

Barber - Agee



yo

Hoy
soy un domingo
sin levantarme de la cama.
Corazón de piedra
hundido
sin respirar entre las mantas.
Hoy
soy una reclusión
y sobriedad de sueño.
Entre los muros
va
penetrando el frío.
Hoy
soy una hagonía

horizontal

pesada

despechada

lunática

ilusa

enhamorada

Soy lágrima
en una canción barata.
Hoy soy un incómodo silencio.
Tal vez hoy
no tengamos que decir nada.
Hoy
tal vez.
Tal vez
mañana.
Tal vez pasado.

Cruzaré las cuatro puertas.

Hoy
tal vez.
Tal vez
mañana.
Tal vez pasado.

Porque hoy soy
esta lluvia
y este caótico viento.

Soy el ritmo
de este poema.
Soy el latido
disimulado del pensamiento.

Soy idiota

imbécil

pesado

inconsciente

amante

joven

Soy un pequeño tic.
Soy proyecto de todo.

Pero no soy ese cualquiera.

domingo, 3 de octubre de 2010

Náusea

El otoño adormece
a los amantes
de esquina.

El ritmo es acelerado.
En el paseo, depende de
la música y los recorridos.

Me escondo de ti
casi las mismas veces
que te busco.

Solías llevar
un viejo paraguas verde.
Pequeño y barato.

Era casualidad
que lloviese siempre.
Era pura casualidad.

Yo pensaba diálogos
con ritmos cinematográficos.
Y funcionaban algunas veces.

Náusea.
La vida de otras vidas.
Náusea egoísta y preciosa.

sábado, 2 de octubre de 2010

octubre

Uno cambia de mes y no se siente diferente.