domingo, 19 de septiembre de 2010

Hay ocasiones en las que el republicano echa de menos a Franco.
Le invade la nostalgia cuando recuerda todo el sufrimiento
del maquis, de los escondidos en los desvanes de los pueblos, en la guerra
contra el Glorioso Movimiento Nacional.
Hoy el republicano está deshecho, olvidadas ya, quedan sus
hazañas.
Sus sacrificios, envueltos en nieblas de transición.
Al republicano le duele la democracia.
¡Con Franco ésto no pasaba!
Escudriña el republicano su árbol genealógico.
Su abuelo radical, su tío comunista,
su padre jornalero.
Le duele al republicano que sus hijos sean funcionarios.
A veces, el republicano saca su silla a la calle y habla con otros republicanos.
Otras, con nacionales.
No entiende que los hijos de todos sean funcionarios.

Un día el republicano muere.

Al día siguiente,
muere la República.

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