martes, 23 de noviembre de 2010

Lonely girl

Había dos gatos en el tejado. Además esa chica en la ventana. Observando, con el movimiento del pájaro, tímida, frágil, siempre en la ventana. Esa que parecía vestirse siempre entre dulce y triste, ¿sabes?
Solía pasar delante, yo la veía caminar mientras esperaba, porque esperaba siempre que la veía y ella nunca se había detenido, salvo en la ventana, cuando parecía estar quieta, cuando aún inmóvil yo sabía que no estaba quieta, porque ellas nunca se están quietas, en las ventanas, en los coches, en los funerales, ¿sabes?, ellas andan esperando, andan sonando a Mozart o a algo parecido, tan nítidas, rectas como jazmínes, como un si bemol, siempre brillantes, impávidas ante los charcos y la lluvia, tan aritméticas, tan lindas...
All dressed in sadness.
La sorprendí mirándome un día, es decir, me sorprendí sorprendiéndola, bueno, estaba yo, estaba su mirada, y estaba la línea recta... No sé si me cruzó en su pensamiento o si el estupor petrificante del ensimismamiento la atrajo a mí como una corriente magnética, pero allí estuvo, tan sólo un momento, más rápido que el eco, y volvió en sí, y caminó de nuevo allí de pie en la ventana.
Supongo que se marchó un día.

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