Pienso en hacerte el hamor.
Continuamente pienso.
En hacerte el hamor continuamente.
Salvajemente.
En arañarte como el monte escarpado
araña tu niebla matutina.
En hacerte el hamor con la simetría y el tempo
de una sonata de Ravel.
Como dos músicos con arcos en sus manos.
En llevarte a un héxtasis de largos caminos de cipreses,
y en henvolverte en humos de las fábricas.
Haré que te quejes de la violencia del hamor contínuo y salvaje.
Te bañaré en harmonías blancas,
o en horaciones sucias.
Como tú lo quieras.
Pienso en hacerte el hamor con dulzura,
en forma de scherzo,
o de minueto.
Blasfemarán las miradas y brillarán los cuerpos.
Haremos el hamor a ritmo de bebop o de beBach.
Como los ríos que sujetan puentes,
seremos casas en medianería,
esquejes incestuosos de diferentes plantas.
Te lo haré en forma de canon,
o de fuga.
Y nunca escucharás nada.
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