lunes, 11 de enero de 2010

Los Mármoles de Elgin

...Justicia artística e histórica...

A finales del siglo XVIII volvió a Europa el interés por el Arte Clásico. Así, el vaivén de la Historia hizo que los ojos del Viejo Continente se volvieran de nuevo a las raíces de su cultura, a su propia cuna.

Por tanto, el mayor y más poderoso estado de la época, el Imperio Británico, respondió a la llamada del destino y sintió como suyo el deber de conocer y estudiar esa asombrosa época a la que llamaron Edad Antigua.

Cientos de aventureros y exploradores amantes del arte antiguo partieron hacia Egipto y Grecia para desenterrar sus restos, explorarlos, devolverles la vida, y amparados por su patria y por el Imperio Otomano, expoliaron sus restos y se los llevaron a su amada y querida Inglaterra, a un sitio que llamaron, ocurrentemente, Museo Británico.

Este es el caso de Thomas Bruce, Conde de Elgin, que vivió en la Atenas otomana, y que decidió en 1802 que las esculturas que decoraban los templos de la Acrópolis, sobre todo las del archiconocido Parthenon, o Templo de Athenea Parthénos, quedarían espectacularmente en su castillo de Escocia. Así que, ni corto ni perezoso, y siempre por amor al arte griego, se llevó a su hogar 75 de los 160 metros de frisos, 15 de las 92 metopas y 17 figuras de los pedimentos de los frontones que decoraban el mayor templo griego.

Lord Elgin continuó con la labor destructora del Parthenon que comenzaran los paleocristianos y las bombas venecianas de 1687. Curiosamente, Mr. Elgin se declaró en bancarrota al llegar a Inglaterra y tuvo que vender las esculturas a...¡tachán!, sí, el Museo Británico, que los mantiene expuestos hasta ahora, junto con otras reliquias griegas, egipcias y mesopotámicas, reunidas grácilmente bajo la protección del Imperio Británico.

Hoy día, los ingleses hacen oídos sordos a las peticiones de Grecia (y también de Egipto) para devolver los mármoles al museo de la Acrópolis de Atenas, situado en la capital helénica. Yo, humildemente, he firmado varias peticiones para que sea devuelta hasta la última estatua robada a su legítimo dueño, el pueblo griego. Al hacerlo, me siento tan griego como el que más, y siento, que por justicia histórica y artística, los actos cometidos por nuestros progenitores no queden impunes, reconociendo, cada uno de nosotros, y sin ningún tipo de de vergüenza, las responsabilidades que heredan de sus antepasados, y que como Humanidad, devolvamos la dignidad a las culturas que nuestros padres se atrevieron a desvencijar y demos ejemplo a las generaciones que aún están por llegar.

Las esculturas de la colección de Elgin y cómo estaban en el Parthenon.
http://www.youtube.com/v/08fFjJqkxsM

Historia visual del Parthenon vista por Costa-Gavras
http://www.youtube.com/v/DbkgtsHGDJc

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