En las horas inexistentes de la madrugada
voy recorriendo los caminos
que
ser
pen
te
an
a ritmo de alborada.
Al momento del despunte,
los bardos pulen sus canciones,
respiran la luna amarillenta,
y sienten el mar como
un aullido en los robles.
Yo los sigo de mientras,
sonrisa en mano,
recortando siluetas de montes.
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