Se equivocó usted de llaves
señor Pedro.
Son éstas.
Las de la cáscara de huevo,
las llaves blandas,
No intente jugar más al sereno.
Señor Pedro, sus llaves me llenan de ladridos
de las miradas
de los amantes.
Dos mil años dedicándose a ésto
señor Pedro,
y repartiendo siempre las llaves que todo lo cierran.
Al menos ya, es mi mano la que todo lo abre.