jueves, 30 de septiembre de 2010

Náusea

El otoño adormece
a los amantes
de esquina.

Se despide septiembre.

lunes, 27 de septiembre de 2010

So What?

Para empezar el día es bueno hablar con alguien.
Enciendo la televisión.
Ella es mi contertulia más personal,
aunque yo no pueda replicarla.
Hay veces que el silencio sólo es deseable en la música.
Me he visto subiendo el volumen para no oírme a mí mismo.
Es preferible.
Ya me escucho lo suficiente por las noches.
No me duermo hasta que me harto de mí mismo.
Es la mejor forma de cansancio.
Por eso practico el ascetismo del sueño.
Entro en el místico estado de vigilia
a través del café y una dieta de estrés.
El pesimismo es la respuesta de mi mente racional
(ejem, no sé hipercorregir la palabra racional)
a todos los intentos de mi cuerpo.
Que nadie consienta en replicarme que no es así.
Nisiquiera la televisión lo hará.
El café no me hace estar más despierto,
y aunque no pueda dormir,
no significa que consiga lo contrario.
El mío es un estado de perenne rutina solitaria,
deseando ser viejo para volver a desear ser joven.
Hay días mejores,
cuando consigo replicarle a la televisión
y dejarla muda.

sábado, 25 de septiembre de 2010

septiembre

Casi nunca pienso en el futuro.
Soy fiel al asiento de ventana
en el autobús de ida y vuelta.
Es más sencillo serle fiel
a un asiento que a un principio.

Empiezo a considerar que la
coherencia está sobrevalorada
ante los riesgos del hamor,
inepto y trotaconventos.

Aunque el pasado me da miedo,
la razón sucumbe a él.
Lo saborea como si se exprimiese
a sí misma, mezclando
sangre con azúcar.

Y la rutina del día gris
deja poco tiempo para el presente.
Dejo pasar las horas,
entre un libro y otro,
entre una cama, un asiento, un sofá...

Las horas se meten debajo de los muebles,
los días se esconden en los armarios,
y son carne del pasado.

No me eches en cara el futuro.
No me importa, apenas me importa el presente.

Así te das cuenta de que somos ésto,
inteligencia inútil,
absurda existencia.

Ésto.
Día gris, color rojo, una mesa,
el dorso de una mano,
ésto,
pelusas tras los muebles,
al final, todos seremos
pasado.

viernes, 24 de septiembre de 2010

3

Pero si se nos muere Antínoo,
¿qué harás, animula blandula?
¿qué elegirás, barbitúricos o toblerones?
Algo hay que hacer
ya que por aquel incidente
con la adelphopoiesis nos denegaron
el camino de la deificación.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Hay ocasiones en las que el republicano echa de menos a Franco.
Le invade la nostalgia cuando recuerda todo el sufrimiento
del maquis, de los escondidos en los desvanes de los pueblos, en la guerra
contra el Glorioso Movimiento Nacional.
Hoy el republicano está deshecho, olvidadas ya, quedan sus
hazañas.
Sus sacrificios, envueltos en nieblas de transición.
Al republicano le duele la democracia.
¡Con Franco ésto no pasaba!
Escudriña el republicano su árbol genealógico.
Su abuelo radical, su tío comunista,
su padre jornalero.
Le duele al republicano que sus hijos sean funcionarios.
A veces, el republicano saca su silla a la calle y habla con otros republicanos.
Otras, con nacionales.
No entiende que los hijos de todos sean funcionarios.

Un día el republicano muere.

Al día siguiente,
muere la República.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Con el frío de hoy recordé esa noche. Yo estaba nervioso. Llovía. Pasamos de bar en bar como de mano en mano. Yo tiritaba de nervios. No tanto de frío. Quise ver el amanecer pero no me acordaba de que estaba nublado. Ahora lo que se nubla es el recuerdo. Se acabó el alcohol y el tema de la vida. Lo recuerdo. Primero abril, y en su sombra septiembre. Todo se volverá cruel en las sombras de septiembre. Lo recuerdo. Tardes plomizas de septiembre, de abril. Sin amaneceres, sin recuerdos.
Aún sigo siendo un maldito vicio.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Una noche.
Tú encima.
Pesan las miradas,
ahora, más
que la oscuridad
al ciego.
Dos noches
y sigues encima.
Sonrío.
Sabes que tirito
de nervios
y callas mientras
me congelo.
Y ya van tres.
Convierto mi pensamiento
en diálogo.
Nada más.

sábado, 11 de septiembre de 2010

Öd' und leer das Meer

Tú no te das cuenta
pero el mundo está triste,
hay demasiada gente,
y el mar está vacío.

No notas que
sus frutos están podridos,
tú los comes,
y el mar está desierto.

¡Tu orden ha caído!
Se evaporó el mar.
¡Asúmelo!, ¡ríndete!,
crea otro.

Pero los días son más cortos,
eso sí lo notas.
Y aunque nunca quise escribir,
escribo, sólo y borracho.

¡El mar!

viernes, 10 de septiembre de 2010

magma épico-simbólico

Se fue agosto y ahora llueve por las noches tanto fuera como dentro sangran los ojos y buscan en las charcas las risas y las manos rascan los dorsos de la vida y cuando las entrañas se alegran de nuevo los peces que nadan en ellas saborean el aire en el agua y sus miradas me apaciguan como si abrieran puertas al abismo y te veo allí de pie en el mar tocando un clave de campanas amarillas mientras imaginas ocasos lunares por el sur en la vida y el calor de la luna austral en las costas de arenas en las palabras que en la sal en los en

martes, 7 de septiembre de 2010

Der Wanderer II

En el campo rojo
los libros se desparraman
manchándose de sangre.

Del amor chocante
de los sodomitas
se cierran los ojos en lágrimas.

No hay maleta ni sombreros,
ni gestos hoscos.

Sólo hay manos en los bolsillos
y luces que se encienden y apagan.

En el campo rojo
campo entristecido de llantos,

El caminante sin ojos se pierde
en laberintos de libros sangrantes.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Dear boy!

Estúpidas sonrisas.
El optimismo.
Nos reímos en la vida
y de la muerte.

Los estúpidos dolores
me dan risa, sí,
aunque sean llamas
que me dejen reducido a la nada.

Somos todos "Cándidos",
misericordiosos, inocentes,
nos reíamos incluso
cuando a Pangloss le llegó la muerte.

Nos burlamos de todos, en silencio,
por música, por literatura, por promesas.
Victorias gigantes celebradas con silbidos en la calle.
Como Dmitri y su novena,

Nos burlamos de la mano de la muerte,
y del fin, por eso seguimos vivos,
porque todo da igual, y en la balanza
no pesamos, ni iremos al infierno,

Ni al cielo, ni al limbo (porque ya no existe,
ejem, otro paréntesis (¿dónde irán ahora los niños no bautizados?)),
demasiado es ya cargar con ese conocimiento
como para seguir pecando.

¡Disfruten las almas hasta que se marchiten los cuerpos!
Un día despiertas
y te sientes enjaulado
en tus cincuenta y tres metros cuadrados.

Te vuelves un animal desesperado
al que le cuesta cada vez más respirar
cuando recorres el pasillo.

El aspecto de tu vida te deprime.
Los pomos de las puertas,
las persianas, los enchufes.

No soportas los muebles viejos, ni los nuevos.
No te acostumbrarás a esta casa nunca.
Porque no es tu casa.

Tú no tienes.
Tu triste vida está en tu mesa,
con los pedazos de tu corazón,

Tu mente, tus deseos.
Todo se coloca en posición
para empezar de nuevo.

Y otra casa, y otros sueños.
El nudo de tu estómago está ahí,
con tus recuerdos y su pena.

Y te ríes, porque no lo entiendes.
Cenizas a las cenizas.
Nada más.